Fabrizio Correa se abrazó a la victoria.

Escribe: Heber Américo González.

Periodista.

Una monumental tapada de Fabrizio Correa, en la última del partido ante Danubio, le dio a River la victoria de viernes en el Saroldi. Está bien que fue un tiempo para cada uno pero también está bien que las mejores chances estuvieron del lado del local. El Darsenero venía de dos derrotas consecutivas de visita ante los grandes y necesitaba inexorablemente volver al triunfo. Y lograrlo así, con un poco de sufrimiento, le da más valor. Incluso quedó por el camino, allá perdido, el hecho estadístico que fue el CUARTO PARTIDO CONSECUTIVO CON VICTORIA EN EL TEMPLO, lo que sin dudas no es poca cosa.

En la primera parte aparecieron los goles. Primero el de Maximiliano Pereira recibiendo un gran taco de Trasante luego que el “Chory” Castro lo pusiera en carrera. Corrían 8 minutos y River intentaba poner la pelota en el área de la visita. El trámite en esa primera parte hacía pensar que el segundo de River llegaba en cualquier momento. Y así fue. Otra vez Gonzalo Castro –interminable y dueño de una magia sorprendente- puso una pelota para la entrada al área de Juan Cruz de los Santos que anticipó a Goicochea y, de derecha, puso el muy festejado gol. Con un juego pragmático, llegando al área y convirtiendo y tratando de dominar todo el campo se fue esa primera mitad del partido.

En el segundo tiempo el rival salió más volcado contra elarco de River pero sin ideas claras, solo con buenas intenciones. Por su parte River seguía con una defensa sólida, de buen trabajo y rendimiento para cerrar los caminos de Danubio hacia Correa. Cuando transcurría el primer cuarto del segundo tiempo Vera aprovechó un balón para anotar el descuento. Hasta el final se vio a un River intentando poner el balón en el área de la visita a través de velocidad y precisión. Se acercaba el pitazo final y un cabezazo de Vera y posterior remate de Ponte provocó la gran intervención de Fabrizio Correa para quedarse con los tres puntos y la cuarta victoria consecutiva en el Templo.

Era imprescindible ganar para recuperar confianza y trabajar la semana con mejor aire. Más allá de los resultados se puede ver que el equipo, partido a partido, tiene mejores momentos. Que seguro no pueden ser más extensos porque los físicos recién se van acomodando. Ahora nos espera Fénix el sábado por la mañana en el Capurro y hacia allá iremos con la confianza y expectativa de siempre.

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